¿Alguna vez te has preguntado cómo empezaron las fianzas?
Las fianzas proporcionan a las personas acusadas de delitos una nueva vida. Ayudan a las personas con problemas legales a salir de situaciones precarias, sin importar su situación financiera.
Los orígenes de las fianzas se remontan al menos a varios cientos de años. Pero lo que es más interesante es la evolución de este pago legal de larga data. Las fianzas se ven muy diferentes hoy en día de lo que eran hace unas décadas.
No hay escasez de compañías de fianzas de calidad. ¿Pero cómo empezó todo? Sigue leyendo para saber más sobre la historia de las fianzas y por qué los tenemos hoy.
La historia de las fianzas
Las fianzas no son una entidad exclusivamente americana. De hecho, sus orígenes son anteriores a América.
Las fianzas se remontan al menos a la Inglaterra del siglo XIII. En aquel entonces, la división de clases afectaba injustamente a los pobres acusados de delitos. Sólo los individuos ricos, propietarios de tierras, eran capaces de pagar sus crímenes.
Como resultado, las fianzas se convirtieron en una práctica comercial común. Los fiancistas comenzaron a tomar un porcentaje de la fianza y a pagar el resto a alguien que estaba siendo juzgado.
No fue hasta el siglo XVII que Inglaterra estableció provisiones para fianzas. La Ley de Hábeas Corpus de 1679 creó derechos y libertades para todos.
La Carta de Derechos del 1689 esbozó además las condiciones de las fianzas. Este proyecto de ley prohibía el uso de fianzas excesivas, multas y castigos crueles e inusuales.
Evolución
Los americanos heredaron el sistema inglés de fianzas. Aunque ha sido parte de la fibra del sistema judicial americano, las fianzas han pasado por bastantes cambios.
La primera disposición legal relativa a las fianzas fue la Ley Judicial de 1789. Esta ley hizo accesible la fianza a cualquiera que no estuviera acusado de un delito capital. Sin embargo, los jueces podían ofrecer la libertad bajo fianza a los acusados de delitos punibles con la muerte.
No fue hasta 1966 que las fianzas finalmente comenzaron a cambiar. Fue entonces cuando el Congreso aprobó la Ley de Reforma de Fianzas. Esta ley dio a todos los acusados sin capital el derecho a ser liberados bajo fianza y ayudó a frenar la discriminación.
Esto le dio a los pobres acusados un derecho constitucional a la libertad bajo fianza. Sin embargo, los jueces podían rechazar la fianza si veían a los acusados como un riesgo de fuga.
Esta ley pasó por varias enmiendas en las décadas siguientes. La más notable fue la Ley de Reforma de Fianzas de 1984.
Este proyecto de ley tenía como objetivo cerrar una laguna jurídica que permitía a los criminales violentos andar libres mientras esperaban el juicio. La reforma aseguraba que los acusados peligrosos fueran encarcelados hasta el juicio.
Esa no es la única parte notable de la Ley de Reforma de la Fianza de 1984. Fue una pieza trascendental de la historia de las fianzas.
Ayudó a crear especificaciones para las personas que no deben recibir fianza. Surgieron nuevas categorías para los violentos y los reincidentes. Esto ayudó a frenar el crimen y a mantener a los criminales peligrosos fuera de las calles.
Sus fianzas
No se puede negar que las fianzas tienen un pasado histórico. Han pasado por cambios significativos desde que surgieron en la Inglaterra del siglo XIII. Hoy en día, las fianzas son una parte vital de nuestro sistema legal moderno.
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